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Elon Musk se va, pero las consecuencias de su corto legado son aún incalculables... Y no para bien

Elon Musk se va, pero las consecuencias de su corto legado son aún incalculables... Y no para bien

El hombre más rico del mundo abandona la primera línea política tras cuatro meses al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Deja tras de sí despidos masivos, agencias eliminadas y con millones de personas en riesgo de pobreza y muerte en todo el mundo.

Elon Musk, con Donald Trump, hace unos días.Win McNamee/Getty Images

Dónde si no en X iba a anunciar Elon Musk que ponía fin a su etapa como empleado especial del Gobierno estadounidense. El magnate ha estado cuatro meses al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), y aunque no haya logrado todos sus objetivos, los estragos de la oficina son todavía incalculables. “La misión DOGE solo se fortalecerá con el tiempo, a medida que se convierta en una forma de vida en todo el Gobierno”, escribió el propio Musk en su anuncio de despedida. Tanto él como Trump y sus adeptos han insistido en la idea de que si se va es porque ha agotado el periodo máximo que puede desempeñarse como empleado especial del Gobierno y, si bien es cierto, no deja de ser parte de un relato interesado. ¿Acaso alguien duda de que, si Elon Musk quisiera seguir, fuera donde fuera, Donald Trump no le buscaría el hueco? El hombre más rico del mundo fue el mayor donante individual en la historia de Estados Unidos y, con las elecciones intermedias a la vista, Trump precisa que siga tirando de billetera. No, Elon Musk se va porque se ha dado cuenta de que presidente solo hay uno, sea su amigo o no, y de que, si continúa desatendiendo a sus empresas, sobre todo Space X y Tesla, quizás lo que se vea recortada sea su inmensa fortuna.

Más allá de las excusas que Musk pueda poner, como su oposición a la Big Beautiful Bill [sic] de Donald Trump, el magnate lleva ya un tiempo deslizando la idea de abandonar la primera línea política. Durante estos meses, la atención sobre su figura aumentaba al mismo ritmo que caían los beneficios de Tesla. De igual modo, la confianza de sus inversores descendía de forma proporcional a los despidos masivos de empleados gubernamentales y la abolición de oficinas impulsados por DOGE. A principios de mayo, de hecho, la junta directiva de Tesla advirtió a Elon Musk de que debería pasar más tiempo en la empresa. Según publicó el Wall Street Journal, incluso iniciaron la búsqueda de un nuevo CEO para la compañía. En diferentes ocasiones, también estos últimos días, el propio Musk se mostraba disgustado por el hecho de que algunas personas decidieran incluso quemar sus vehículos. Y no solo en Estados Unidos, también en Europa, debido a la injerencia del magnate en la política británica o alemana, donde apoyó sin fisuras a la extrema derecha.

Las cosas tampoco le iban (ni van) bien con Space X. Los cohetes Starship, la gran apuesta aeroespacial de Musk, explotaron en los lanzamientos de enero y marzo y terminaron con sus restos en el océano. Hace unos días, ya con la mente alejada del Gobierno, Space X realizó otro lanzamiento. Esta vez, aunque la nave sí consiguió llegar al espacio, no pudo regresar. El cohete sufrió una fuga, empezó a girar sin control y... Se desintegró. Por suerte, todavía son pruebas no tripuladas.

El tercer eje de su conglomerado empresarial, xAI, su empresa de inteligencia artificial, también atraviesa dificultades, más cuando el desarrollo de la competencia no deja de crecer. Recientemente, Musk trató por todos los medios de frenar un acuerdo entre la organización OpenAI (ChatGPT), de Sam Altman, y los Emiratos Árabes Unidos para construir en Abu Dabi uno de los centros de datos de IA más grandes del mundo. Musk llegó a decir que Trump no permitiría dicho acuerdo si no se incluía en el contrato a su propia empresa, xAI. Según contó The New York Times, “Musk se quejó a David Sacks, asesor del presidente en materia de IA, [...] e intentó que su propia empresa se incluyera en el acuerdo, aunque finalmente no fue así”. Para fastidio del magnate, “el acuerdo con OpenAI siguió un plan establecido entre el Gobierno de Trump y los Emiratos Árabes Unidos”.

Musk se va, pero su influencia y su legado, uno de apenas cuatro meses, no. Aunque deje su papel al frente de DOGE, las consecuencias de sus recortes son ingentes. El magnate no solo ha dejado a miles de empleados sin trabajo, sino que muchos de sus recortes pueden incluso terminar aumentando el déficit estadounidense, cuando justamente se opone al presupuesto que acaba de aprobar Trump porque también aumentará la deuda del país. Pero ya no solo es Estados Unidos. Musk fue quien desde el principio abogó por cargarse la agencia de ayuda al desarrollo, USAID, cuya eliminación promete la pobreza, incluso la muerte, a millones de personas.

Además, aunque haya contratos que haya perdido, como el mencionado en Abu Dabi, Musk se ha servido de su papel privilegiado en la Administración de Trump para hacerse con información sensible no solo de millones de ciudadanos de Estados Unidos, sino también y sobre todo de empresas que compiten con las suyas. Por otro lado, DOGE, por ahora, no ha desaparecido. Los acólitos de Musk continúan ocupando las principales agencias gubernamentales estadounidenses. Uno de ellos, y quizás el más importante, es un joven de 19 años apodado Big Balls, quien, según una reciente investigación de Reuters, prestó ayuda a un grupo de ciberdelincuencia “que ejercía acoso cibernético contra una gente del FBI y traficaba datos robados”.

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Esta semana, Trump y Musk escenificaron una suerte de despedida para acallar los rumores que dicen que ya no son tan amigos. Y ambos insistieron en que estos primeros cuatro meses de DOGE son solo el comienzo. Musk ha implantado un sistema disparatado de recortes que todavía no conoce fin. “El equipo de DOGE se fortalecerá con el tiempo. Su influencia seguirá creciendo. Es como una especie de budismo. Es como una forma de vida”, dijo Musk. Trump, por su parte, eliminó las dudas con relación al nuevo papel del hombre más rico del mundo. “Elon realmente no se va. Va a estar yendo y viniendo”, aseguró. Puede que su objetivo, de nuevo, sea el de conquistar Marte, pero desde luego Musk no va a dejar de atender lo que suceda en el Gobierno estadounidense. Su fortuna depende de ello.