En las entrañas del Red Bull Erzbergrodeo: la 'meca' extrema del motociclismo en medio de una mina
La competición en pleno corazón minero de Austria alcanzó este domingo su trigésimo aniversario. El HuffPost se adentra, de la mano de sus protagonistas, en un evento que no deja de crecer como "experiencia" deportiva y social.

La mina de Erzberg no sólo alberga la historia de un pasado de hierro y esplendor que se remonta al Imperio Romano. Este peculiar enclave austríaco es, desde hace 30 años, una meca del motociclismo más salvaje. Alrededor de sus cuestas apuntando al cielo y de caminos que rozan lo imposible se celebra el Erzbergrodeo, la gran cita del enduro extremo que este domingo ha vivido su gran cita en el trigésimo aniversario, entre cientos de competidores y miles de aficionados en un evento diferente a cualquier otro, como reconocen participantes y organizadores a El HuffPost.
Bajo el impulso de Red Bull la cita cuenta con una dimensión internacional que trasciende al motor y al propio enduro. Quienes lo viven hablan directamente de una "experiencia" donde competición y convivencia se dan la mano. Así lo verbaliza Karl Katoch, creador y principal organizador de la cita, que admite haber "creado el deporte extremo de enduro" con el Erzbergrodeo.
Fue allá por 1995 en una región por entonces deprimida, lejos de los años de desarrollo minero. Echando la vista atrás, Katoch admite con humor que "si lo pensara con la mentalidad actual, mi idea habría sido ganar mucho dinero con ello". Lo que inventó entonces fue un evento rompedor para revitalizar la zona y dar rienda suelta a su afición. En apenas cuatro años la aventura minera ya era toda una referencia internacional para cerca de 1.000 participantes y hoy las inscripciones, limitadas, se agotan en apenas horas.
El Erzbergrodeo vive un momento dulce, del que se beneficia, social y económicamente todo el entorno de la ciudad de Eisenerz. Allí y en los alrededores se concentran pelotones de aficionados y hasta "1.500 participantes de 40 países distintos". De todos ellos, apenas unos pocos están llamados a la 'gloria' de alcanzar la meta. "Sólo un puñado", indica el organizador; sólo un 1% de los inscritos, precisa Red Bull.
Es un reto para estrellas y anónimos pero sin perder lo que el alma mater del proyecto define como filosofía "purista y simple". Porque para Karl Katoch la clave reside en que se pone el factor diversión en primer plano, pero sin dejar de lado el carácter deportivo". Por ello, "el campeón del mundo debe disfrutarlo tanto como aquel que llega último a la meta". Y también por ello son cada año más los 'tentados' a vivirlo in situ.
Entre ellos está año tras año el piloto español Pol Tarrés. Presente en la línea de salida del Erzbergrodeo 2025, el motociclista nacido en Rellinars (Barcelona) atiende El HuffPost para hablar de su "carrera favorita del año... y también la más difícil", sentimiento que comparten sus compañeros, incluidos varios españoles que no fallan al encanto del 'Gigante de Hierro', que por cuarto año ha sido vencido por el alemán Manuel Lettenbichler, estrella del llamado hard enduro y referente de la cita austriaca.

De lo mucho peculiar que hay alrededor del Erzbergrodeo, Pol Tarrés se centra en la gestión de la propia cita, donde cada cual hace su propia estrategia, desde los pilotos más aficionados, cuya meta es precisamente la meta, a los grandes de la disciplina, acostumbrados a "empujar como locos". Para el motociclista español la clave es "explorar y superar nuestros límites". Cada uno el suyo.
"Y eso es algo que me encanta —admite—, es parte del juego de los pilotos. Hay que estar muy preparado, porque tu objetivo es ganar posiciones, llegar lo más adelante posible, pero es para lo que estamos hechos".
No duda en confesar que ese "límite" es algo que le tiene todo el año pendiente de que llegue el día del Erzbergrodeo. Preguntado por qué le lleva a repetir presencia en un evento tan extremo, tiene claro qué elegir. "Precisamente esa extrema dureza es lo que me empuja a volver, saber que es casi imposible y muy pocos pueden llegar a meta". Ese gran desafío es el reto".

Aparte queda la "magia", porque "estar aquí es diferente por encima de todo, por la atmósfera". Con ilusión enumera "la magia del entorno, de la gente alrededor de ti todos estos días, de la organización que cuida cada detalle...".
Todo para hacer del Erzbergrodeo "una de las cosas más bonitas que un aficionado y un piloto pueden vivir en sus vidas", como remata, sin suerte en 2025, mientras activa de nuevo la cuenta atrás para regresar el próximo año.